Con los pies en la tierra

Esta es una expresión muy coloquial que usamos para decir que se vive ubicado en la realidad. Sin embargo,  en estos tiempos influenciados por la fantasía y los reality shows (género televisivo que muestra lo que le ocurre a personas reales)  no es tan fácil dilucidar cuál es la realidad en la que debemos vivir. Vivir con los pies en la tierra es útil para afrontar la vida como viene,  no sólo para buscar que la vida nos trate bien, sino para nosotros tratarla correctamente.

Vivir con los pies en la tierra tiene implícito un elemento pragmático, es decir, la capacidad de analizar el entorno, las situaciones y cuáles son las actitudes o conductas más adecuadas para el momento; y actuar conforme a ello. Existen personas que consideran lo pragmático como una manera muy fría, desapasionada y, por lo tanto, simple de ver la vida. Igualan vida con emociones y sienten que tener los pies en la tierra les roba espontaneidad y pasión.  Hay otras, por otro lado, que necesitan sentir que controlan cada aspecto de su existencia para no ser sorprendidos por eventos que les provoquen inestabilidad.

Los soñadores, por llamarlos de algún modo, suelen disfrutar de sus tendencias artísticas y bohemias; mientras que las personas prácticas muchas veces sostienen que quien triunfa en la vida es quien logra planificarla y seguir al pie de la letra todo lo que  organizan.

Uno de mis recuerdos más divertidos de la infancia son mis sueños o las fantasías sobre mi futuro en las que solía divagar. Soñaba con tres grandes hazañas: ser la primera mujer estrella de un famoso equipo de béisbol de las grandes ligas. Soñaba con ser Miss Universo y, además, con ganar un premio Nobel en física nuclear. ¡Casi nada! Quienes me conocen son testigos de mi poca habilidad deportiva, de mi pequeña estatura que no me dejaría entrar en un concurso de belleza y, por último, la física es un fascinante e ininteligible rompecabezas para mis aptitudes más bien literarias. Pero, sí, todos tenemos sueños.

Y no es malo soñar, por el contrario es bueno creer y luchar con grandes cosas en la vida…pero sin perder de vista la realidad, sin dejar de tener los pies en la tierra. Quien deja de soñar puede sentirse muy frustrado ante la vida, pero quien sólo sueña y no logra enmarcar sus sueños en lo posible y lo realizable, también sentirá que su vida no logra satisfacción total.

Algunas ideas que se me ocurren para vivir con los pies en la tierra: conocerse a sí mismo- sea consciente de sus fortalezas, sus aptitudes, sus debilidades y limitaciones.- Crezca espiritual, emocional e intelectualmente. Conozca su entorno y los recursos que le ofrece. Propóngase metas que sean inteligentes, realizables y buenas, no sólo para usted, sino para quienes comparten sus afectos.

No se deje desmoralizar por los fracasos; piense que cada revés es una oportunidad para encontrar un nuevo o mejor propósito. No crea a las voces que le dicen que usted no puede lograr cosas buenas y grandes. Pero tampoco crea a las voces que le susurren que el éxito se consigue sin trabajo y dedicación.

No deje de soñar. Los sueños pueden cambiar conforme maduramos o nos enfrentamos a situaciones complicadas, pero la vida ha de vivirse con pasión. Ponga los pies sobre la tierra, pero enfoque sus ojos hacia arriba.

El salmista escribió que es necesario encomendar al Señor nuestro camino, deleitarnos en Su voluntad, confiar en Él para que veamos lo que Él puede hacer en y con nosotros. Mirar a Dios pone en nuestro corazón la perspectiva correcta: la vida en Él tiene un sentido de eternidad.

Soñemos, hagamos, seamos realistas, tengamos fe, elijamos la vida.

 

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