Kathryn Carmichael

Te sientas frente a la pantalla, tienes listos loa textos que conseguiste en la Biblioteca Nacional, a tu diestra está el mouse, y la pequeña mesa donde pones el agua y el termo con café. Estás preparada para la nueva aventura de tu heroína medieval. Es el período de la Historia que menos te gusta y no terminas de comprender cómo se te ocurrió ubicar a Kathryn Carmichael en la Inglaterra del siglo XII, como alumna disfrazada en la Universidad de Oxford, admiradora del lejano Francisco de Asís y estrella improbable de una Cruzada, todo esto oculta bajo ropas de hombre, por supuesto. ´Y te molesta que la comparen con Juana de Arco.- Claro, nunca pensaste que tu primera novela semi histórica tendría tanto éxito y que el clamor popular, el bolsillo de tu editor, mejor dicho, abogaría por una secuela. Así que ahora te toca rodearte de libros de época y tratar de inventar una historia verosímil, interesante y que diga algo más que solo narrar un acontecimiento. Tremendo desafío.

Kathryn Carmichael saltó el vado que inesperadas piedras ofrecían a sus pies cansados, agotados. Otra vez luchas contra tu tendencia a la rima en la prosa. Es gracioso porque nunca has servido para la poesía rimada y hete aquí, versos rimados en largos párrafos, cargados de sensiblería. Sí, tienes que ubicarte en el tiempo, la enciclopedia multimedia te puede ayudar, pero las cacofonías solo puedes cuidarlas tú misma.

El café te ayuda a mantenerte despierta; te presiona la fecha límite que te puso el editor y no sabes cómo lograr que los compañeros de lucha de esta mujer no se enteren de lo que oculta su armadura. ¿De qué está hecha la armadura? Otro dato para averiguar.

Y te estancas. El famoso bloqueo de los escritores. Miras la pantalla, revisas los libros de historia. Nada. Como los niños regresan al chupón para sentirse seguros, vuelves a tus favoritos. Casi puedes ver al Coronel Aureliano Buendía frente al pelotón de fusilamiento, o escuchar la risa de Pilar Ternera, imaginas reír hsta espantar las palomas. Recorres París con la Maga en su periplo existencial de emociones como las tuyas. Y no te falta Jane Austen o Javier Marías, ni Wilde, Kafka, Stendhal, Maupassant y Dumas. Pero tu pantalla sigue en blanco.

Kathryn Carmichael cruzó con un ágil salto. Como tu salto hacia la fama con una primera novela. Y te da tanto miedo que te salga un segundo betseller. Ya sabes lo que vana decir. Fue suerte, el éxito depende mucho del mercadeo, de la publicidad, de los nombres detrás del nombre.

Kathryn Carmichael saltó las piedras del vado y cayó en un estrépito mudo sobre un tronco escondido entre el fango. No quieres volver al anonimato, pero tampoco quieres escribir solo para que mencionen tu nombre entre los autores más vendidos. Vender tu integridad de escritora sería caer en el fango de la ignominia. Debe haber un punto intermedio, te dices, mientras libas la cuarta taza de café y empiezas a sentir un nuevo vigor, no sabes si por la cafeína o porque te estás desbloqueando.

Los compañeros de armas de Kathryn Carmichael descubrieron que sus voz aguda no era la de un muchachito en desarrollo, sino de una mujer desarrollada y la queman en la hoguera de la traición y la herejía. Sí, seguro era una bruja que intentaba con sus hechizos conquistar a los hombres desde adentro y hacerlos perder su poder.

De hecho, era lo que en el fondeo pensaba Mauricio de ti. Le robaste su triunfo, era suya la oportunidad porque tenía más tiempo que tú escribiendo. ¿Cómo fue posible que surgieras a la fama antes que él? ¿Cómo pudo preferir romper esa relación de años, de sacrificios compartidos, de cuentos contados en silencio, solo porque una novela sobre una mujer vestida de hombre se convirtió en el boom literario del momento<‘

Pero, no. No tienes que dejar de ser tú para que él sea él. No mates a Kathryn Carmichael. Y te animas ya no por la bebida, sino por la adrenalina que ls palabras producen en tus dedos y los haces hablar.

Te acomodas en tu silla, abres un libro, tomas un poco de agua, borrar el última el último párrafo y se suelta la historia que tenías atrapada entre miedos, soledades y espeanzas.

Kathryn Carmichael cruzó con seguridad el vado que improvisó con las piedras que hizo que sus compañeros de arms cargaran desde el otro lado del rio

Este cuento aparece en mi libro La voz en la mano, publicado por Editorial Signos en el 2003, Panamá.

Erika Harris

2 comentarios en “Kathryn Carmichael

  1. No sabía que tenía un blog, y es muy bueno ademas, me resulta inspirador ya que amo la lectura y la escritura. ¡Excelente trabajo pastora!

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